Las empresas suelen invertir más tiempo y dinero tratando de pasar una imagen verde de sus productos que en las prácticas ambientales reales y efectivas. Asistimos a la certificación de productos con etiquetas que a menudo pretenden relacionarse con la naturaleza, sin que, de hecho, sean ambientalmente correctos, como puede ser la imagen de un bosque en una botella que contiene productos químicos nocivos.

La certificación puede ser, sin embargo, una manera rápida y eficiente para descifrar la calidad ambiental de un producto siempre que sea en realidad una certificación acreditado, que evalue una buena gestión de los recursos, desde la fabricación hasta la distribución, a través del proceso que las propias empresas implementán.
El PCS distingue las diversas certificaciones que pueden ser aplicados en Portugal y que son debidamente acreditados por sistemas de certificación creíbles.

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